¿Qué fue la Revolución Rusa?

La Revolución Rusa fue uno de los eventos más trascendentales del siglo XX, que marcó el fin del zarismo y el surgimiento del primer estado comunista en el mundo, liderado por Vladimir Lenin y el Partido Bolchevique. Ocurrió en 1917, en el contexto de la Primera Guerra Mundial, y transformó a Rusia de una monarquía absolutista en un estado socialista que, posteriormente, se convertiría en la Unión Soviética (URSS).

Dividida en dos fases principales, la Revolución de Febrero derrocó al zar Nicolás II, mientras que la Revolución de Octubre consolidó el poder de los bolcheviques. El impacto de este proceso no solo cambió el curso de la historia rusa, sino que también influyó en la política global, inspirando revoluciones y movimientos comunistas en todo el mundo​​.

Las causas de la Revolución Rusa se encuentran profundamente arraigadas en la estructura social y política del Imperio ruso. Durante siglos, Rusia había estado bajo el dominio de una monarquía zarista, en la que la nobleza y el clero gozaban de privilegios, mientras que la clase trabajadora y los campesinos vivían en condiciones de extrema pobreza y explotación. A pesar de algunos intentos de modernización, el régimen zarista seguía siendo rígido, autoritario y ajeno a las necesidades del pueblo.

Otra de las causas fundamentales fue la participación de Rusia en la Primera Guerra Mundial. Bajo el mando de Nicolás II, Rusia entró en el conflicto en 1914, pero rápidamente se encontró mal equipada y mal organizada para afrontar una guerra de tal magnitud.

Las derrotas militares, sumadas a la escasez de alimentos y combustible, llevaron a un colapso en la economía. Esto generó un descontento generalizado que se tradujo en huelgas, protestas y revueltas en las principales ciudades del imperio​.

El hambre, la desigualdad y la incapacidad del régimen zarista para resolver los problemas del país crearon el escenario perfecto para la Revolución Rusa. El pueblo, especialmente los trabajadores y campesinos, exigían reformas sociales y políticas que el zar no estaba dispuesto a conceder.

Zar nicolas II en la revolución rusa

La Revolución de Febrero de 1917 marcó el primer hito en la caída del Imperio ruso. En medio de una crisis social y económica severa, en febrero (marzo en el calendario gregoriano) de 1917, una serie de protestas y huelgas comenzaron a surgir en Petrogrado (actual San Petersburgo).

Estas protestas, inicialmente provocadas por la escasez de alimentos, se convirtieron rápidamente en un movimiento general de descontento contra el zar y el sistema de gobierno.

El ejército, que tradicionalmente había apoyado al zar, comenzó a desertar y a unirse a los manifestantes. Con el país al borde del colapso, Nicolás II abdicó el 15 de marzo de 1917, poniendo fin a más de 300 años de la dinastía Romanov. Un gobierno provisional, liderado por Aleksandr Kérenski, asumió el poder con la promesa de realizar elecciones democráticas y continuar la guerra contra los Poderes Centrales en la Primera Guerra Mundial​​.

Sin embargo, el gobierno provisional fue incapaz de resolver los problemas más acuciantes, como la pobreza y la guerra. Este fracaso dejó un vacío de poder que fue aprovechado por los bolcheviques, que comenzaron a ganar apoyo entre los trabajadores y soldados, quienes veían en ellos la posibilidad de cambios radicales.

Revolución rusa de 1917

En octubre de 1917, los bolcheviques, liderados por Vladimir Lenin, tomaron el poder en un golpe casi incruento conocido como la Revolución de Octubre. Lenin había regresado del exilio en abril de 1917, trayendo consigo una promesa de paz, tierra y pan para los campesinos, obreros y soldados rusos, quienes estaban agotados por la guerra y las penurias económicas.

Con la consigna de «Todo el poder a los soviets» (asambleas populares), los bolcheviques ganaron rápidamente el apoyo de la clase trabajadora y los soldados. En la noche del 25 de octubre (7 de noviembre en el calendario gregoriano), los bolcheviques asaltaron el Palacio de Invierno en Petrogrado, sede del gobierno provisional, sin apenas resistencia.

Tras la toma del poder, Lenin y los bolcheviques establecieron un gobierno comunista, implementando políticas radicales como la redistribución de tierras entre los campesinos y la nacionalización de las industrias. La firma del Tratado de Brest-Litovsk en marzo de 1918 puso fin a la participación de Rusia en la Primera Guerra Mundial, cumpliendo una de las principales promesas de los bolcheviques​.

Revolución rusa de 1917 para niños de primaria

La toma del poder por los bolcheviques no fue aceptada por todos. A partir de 1918, Rusia se vio inmersa en una guerra civil entre los bolcheviques (Ejército Rojo) y el Ejército Blanco, compuesto por una coalición de fuerzas contrarrevolucionarias, monárquicas y republicanas, apoyadas en algunos casos por potencias extranjeras como Reino Unido y Francia.

El conflicto, que duró hasta 1923, fue brutal y devastador para el país. Los bolcheviques, bajo el liderazgo de Leon Trotsky como jefe del Ejército Rojo, lograron consolidar su control a través de una combinación de medidas militares y políticas, como la «Terror Rojo», una campaña de represión contra sus opositores. Aunque el Ejército Blanco contó con apoyo internacional, su falta de cohesión y liderazgo les impidió derrotar a los bolcheviques​.

La victoria bolchevique en la guerra civil aseguró el control comunista sobre Rusia y condujo a la creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1922, el primer estado socialista del mundo.

La Revolución Rusa cambió radicalmente el curso de la historia de Rusia y del mundo. La creación de la URSS marcó el inicio de una nueva era en la política global, en la que el comunismo se convirtió en una ideología central en los conflictos políticos del siglo XX. Rusia pasó de ser un imperio monárquico atrasado a una potencia comunista, que aspiraba a exportar su revolución a otros países.

Internacionalmente, la Revolución Rusa inspiró movimientos comunistas en todo el mundo. En países como China, Cuba, y varios estados europeos, la experiencia soviética sirvió como modelo para la lucha revolucionaria. Al mismo tiempo, el surgimiento de la URSS contribuyó a la polarización global que culminaría en la Guerra Fría tras la Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, a nivel interno, la Revolución Rusa trajo consigo enormes costos. El país fue devastado por la guerra civil y las políticas económicas iniciales de los bolcheviques, como el Comunismo de Guerra, provocaron hambrunas masivas y una severa contracción económica. Para remediar la situación, Lenin introdujo la Nueva Política Económica (NEP) en 1921, que permitió una cierta liberalización de la economía​.

El legado de la Revolución Rusa es complejo y duradero. El establecimiento del estado comunista en Rusia cambió la dinámica del poder global y fue un catalizador de las luchas sociales en todo el mundo. La creación de la URSS marcó el comienzo de una nueva fase en la política internacional, donde el socialismo y el capitalismo se enfrentarían durante gran parte del siglo XX.

El modelo soviético inspiró no solo a partidos comunistas en Europa, sino también a movimientos de liberación en América Latina, África y Asia. Sin embargo, también se asocia con regímenes totalitarios, represión política y una economía centralizada que, con el tiempo, enfrentó graves problemas, culminando con el colapso de la URSS en 1991.

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